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El domingo pasado, 19 de mayo, 2019, Norman C. Francis, por largo tiempo presidente de Xavier University de Luisiana, recibió de la Universidad de Notre Dame la medalla Laetare. Estas fueron sus palabras durante la ceremonia de aceptación: “Aunque mi madre y mi padre no se graduaron de la escuela superior, ellos fueron dos de las personas más inteligentes que he conocido”, dijo él y añadió: “Estoy agradecido con Notre Dame por haberme escogido para esta medalla y lamento que mi padre y mi madre no estén aquí, ni mi esposa de 60 años y les digo esto porque no pretendí estar aquí en este podio, pero estoy aquí. Estoy hablando no por mí mismo sino por el gran número de personas que nunca tuvieron la oportunidad de estar en una gran universidad como esta. Algunos de los más grandes americanos nunca tuvieron la oportunidad de ir a la universidad. Estoy aquí hablando hoy por aquellos que nunca tuvieron esa oportunidad. “El problema en América hoy es múltiple. Y el que creo más importante que ha sido mencionado hoy por nuestra oradora ‘valedictorian’ es que la pobreza está creciendo como un fuego incontrolado hoy día en el país. Creo que a veces no caemos en cuenta de cómo es ni el por qué de la pobreza hoy, en todo lugar. Lo que llamo asuntos de calidad de vida. No hay igualdad en el asunto de calidad de vida. Tan solo miren a alguno de ellos, desde educación a salud, vivienda hasta el empleo. No es igual y está lejos de ser equitativo”. Cuando miro al creciente número de estudiantes latinos graduándose de escuelas y universidades, puedo escuchar las mismas palabras resonando en sus historias. La gente que vino para que sus hijos tuvieran la oportunidad que ellos no tuvieron en su país de origen. Sus hijos han tenido que enfrentar la discriminación y trabajar más duro para crear oportunidades para sí mismos y para los que les siguen. Los niños provenientes de otras culturas tuvieron que aprender un nuevo idioma y una cultura nueva. Hubo adversidad y falta de recursos económicos y muchas veces tuvieron que trabajar para contribuir a la economía familiar. Sin embargo, han salido victoriosos. Algunas veces, la gente no entiende el gozo que sienten comunidades enteras cuando ven a sus hijos graduarse. Para algunos de ellos, esto representa todo por lo que han vivido y se han sacrificado. Ellos tuvieron que dejar el vivir a su propio paso y en cambio trabajar largas y duras horas en trabajos mal remunerados a fin de ver este día. Incluso para aquellos que no estaban tan mal económicamente, el dinero siempre estaba faltando y no hubo tiempo de adquirir capital social y cultural para escalar en esta sociedad. La tarea de crear esos capitales yace en los graduados de hoy, los cuales tendrán un mejor futuro para sus hijos. Las comunidades en los Estados Unidos han cambiado por el influjo de los inmigrantes. Después de asistir juntos a la escuela, las generaciones nuevas tienen una mejor comprensión de su potencial y además muchos de los adultos han contribuido a un mejor medio ambiente para todos. Por lo tanto, las graduaciones son un tiempo para congratularse unos a otros y aumentar nuestra fe en una prosperidad basada en el bienestar de todos los miembros de la sociedad”.
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