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Nuevos profesionales: Un tejido generacional hacia la libertad Por: Jimmer Prieto Nunca en mi carrera como maestro ni como periodista había tenido el placer de registrar tantas graduaciones profesionales al mismo tiempo. Unas veces, de jóvenes que pasaron por las aulas de la escuela media y otras, de jóvenes que son hijos de amigos, gente sencilla, inmigrantes con quienes hemos compartido la vida y sus retos en formas que van más allá de las palabras. Dicho de otra manera, para muchos de mis amigos latinos residentes del área ha llegado la hora de ver graduar a sus hijos, no solo de la escuela superior, sino de la universidad, y esa hora está siendo recibida con gozo por todos los que hemos soñado una generación de nuestros hijos, libre de los rigores de la fábrica. Cruz Medina es un mexicano a todo dar y un trabajador infatigable. En su taller de latonería y pintura se han reparado cientos de carros que ruedan por Milford y sus alrededores. En el pasado mes de mayo su hija, Ana Medina, recibió el grado de enfermera de la Universidad de South Bend. Ana es otra perla de la comunidad hispana. Con su graduación comienza para ella lo que fue su sueño desde muy pequeña: Ayudar a la gente. Y ya lo está haciendo porque inmediatamente el Hospital General de Elkhart la invitó a trabajar. Allí se desempeña como enfermera profesional y su talento y amabilidad, unido a su capacidad de ser bilingüe la ponen en la vía de servir realmente a mucha gente. Ana desea hacer muy pronto una especialización en enfermería familiar orientada a la mujer. Su mensaje a las jóvenes es el mismo que debió haber escuchado muchas veces de Elena, su propia mamá: Que sigan en la escuela y no paren de estudiar. Necesitamos muchas hispanas que sean enfermeras. De 28 que nos graduamos este año, yo era la única hispana. Para que el pueblo latinoamericano progrese en esta tierra es necesario llenar las ciudades de tiendas de abarrotes, de talleres de mecánica y de restaurantes. Luego hay que poner en cada banco y en cada oficina pública un empleado bilingüe de los nuestros. Después hay que aportar los médicos, las enfermeras, los abogados, los maestros, los artistas, los ingenieros, los programadores de sistemas y la gente de negocios. Entonces y solo entonces, nos haremos indispensables entre los anglos y la historia de nuestra liberación habrá empezado a escribirse. Cuando los inmigrantes latinos generen sus propios profesionales y estos se queden para servir a su gente, ya nadie podrá detenernos. Este es el caso de otro joven hispano, destacado estudiante y deportista, locutor comunitario y líder, que llegó a la meta profesional. Ricardo Juárez se graduó en Mercadeo y Gerencia Operacional, de la Universidad de Indiana, en Bloomington, el pasado 8 de mayo. Sus padres, Chucho y María Juárez han trabajado incansablemente para apoyar moral y económicamente a sus hijos y ahora empiezan a ver los resultados. Al dialogar con Ricardo uno alcanza a percibir su calidad humana que le viene de familia y el pensamiento claro que da el contacto con los libros y la Academia. El también quiere orientar sus talentos hacia la comunidad hispana, a la cual pertenece y de la cual se siente orgulloso. Una vez más yo alzo la copa de la vida y celebro con estas dos familias, con sus numerosos amigos y con la comunidad entera, la alegría del triunfo alcanzado por sus hijos. Brindo porque las manos de unos y la escuela de otros ha producido una puntada más del gran tejido destinado a romper ciclos de violencia y opresión; y doy gracias al Padre infinito porque a medida que nuestros cuerpos declinan, otros más fuertes se yerguen para continuar esta lucha sin tregua contra la ignorancia y por la justicia.
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Ricardo Juárez acompañado de su orgulloso padre, Jesús Juárez. | ||||
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