Preocupación mundial por Guerra en el Medio Oriente

Israel reforzó su ofensiva sobre el Líbano, atacando su infraestructura aérea y terrestre, y por primera vez expandió los bombardeos hasta vecindarios de la capital, en busca de castigar al grupo guerrillero Hezbolá por el secuestro de dos soldados israelíes.

Aviones militares bombardearon durante dos horas las pistas del aeropuerto internacional de Beirut, y destruyeron puentes de montaña en la principal carretera que llega hasta Siria. Buques de guerra, en tanto, bloquearon los puertos del Líbano por segundo día consecutivo. Los ataques israelíes buscan desconectar al Líbano del mundo exterior.

Los guerrilleros de Hezbolá respondieron con un intenso ataque de al menos 50 cohetes Katiusha contra poblaciones del norte israelí. Los residentes de Haifa — la tercera ciudad más importante de Israel, afectados por los ataques del día anterior— debieron esconderse en refugios subterráneos contra bombas.

La cantidad de muertos en los tres días de la ofensiva aumentó a 73 en el Líbano —casi todos civiles, incluyendo cinco personas que fallecieron en ataques en el sur de Beirut el viernes— y a 10 en Israel.

Por su parte, el líder de Jezbolá, jeque Hassan Nasrallah, sobrevivió a un ataque israelí contra su residencia, tras el cual advirtió a Israel que su organización estaba lista para librar una “guerra abierta”.

La violencia conmocionó a la región, que ya era escenario de enfrentamientos entre Israel y el grupo Hamás en la Franja de Gaza.

Las autoridades israelíes dijeron que la campaña aérea era la mayor desde la invasión israelí de 1982.

La ofensiva en el Líbano tiene lugar después de que Israel también atacó la Franja de Gaza dos semanas antes en respuesta al secuestro del soldado israelí Guilad Shalit, a manos de guerrilleros allegados al grupo Hamás.

En el norte de Israel, unas 220,000 personas se escondieron en refugios antibombas para protegerse de los ataques con cohetes de Hezbolá. Al menos 50 cohetes llegaron a siete poblaciones israelíes.

Ninguna de las dos partes dio señales de retroceder con sus ataques, que comenzaron cuando Jezbolá secuestró dos soldados israelíes en un operativo fronterizo. Mientras las muertes de civiles se incrementaban, los esfuerzos diplomáticos para frenar la crisis aún no han dado frutos.

En un emotivo discurso televisado, el primer ministro libanés Fuad Saniora pidió a las Naciones Unidas gestionar una tregua inmediata para finalizar la ofensiva de Israel por tierra, mar y aire contra Líbano.

El presidente estadounidense George W. Bush, en un viaje a la cumbre de las ocho naciones más industrializadas que se realiza en Rusia, dijo que le correspondía a Jezbolá “deponer las armas y dejar de atacar”. Los cancilleres árabes se reunieron en El Cairo para analizar la situación, pero entraron en desacuerdo después de que los estados moderados, encabezados por Arabia Saudí, denunciaron al Jezbolá por iniciar las agresiones.

En un indicio de que Occidente prevé que el conflicto tarde en resolverse, la embajada de Estados Unidos dijo que buscaba formas de enviar a Chipre a los estadounidenses que se encuentran en Líbano. Francia dijo que ya había decidido enviar un transbordador desde esta isla para evacuar a miles de sus ciudadanos, y el gobierno de Gran Bretaña indicó que estaba haciendo planes de contingencia para proteger a los británicos.