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Un día, la mamá cabra tuvo que irse de compras al pueblo y dijo a sus hijitos: - Hijos míos, me voy a comprar al pueblo y cuando yo vuelva daremos un paseo por el campo. Os traeré exquisita comidita. Y todos los cabritillos, felices, dijeron: - Vale, mamá!! Antes de salir de casa, la mamá cabra les dijo: - Mientras yo no llegue, no abran la puerta a nadie, vale hijitos? Y los cabritillos, obedientes, dijeron: - Vale, mamá!! Fuera de casa, detrás de un árbol se escondía un temible lobo que observaba cómo la madre cabra salía con su bolso de casa, dejando a sus hijitos solitos dentro de la casa. Minutos después de que la madre cabra saliera de casa, el lobo se acercó a la puerta y dando algunos golpes, TOC TOC TOC a la puerta de la casa de los cabritillos, dijo: - Soy vuestra mamá y os traigo buena comidita. ¿podéis abrirme la puerta? Reconociendo la voz del lobo, los cabritillos gritaron: - NOOO... tu no eres nuestra madre. Eres el lobo!!! Decepcionado, el lobo se fue y se acercó a una granja que había allí cerca, y se comió docenas y docenas de huevos para aclarar y suavizar su voz. Y volvió a la casa de los cabritillos: TOC TOC TOC... Y con voz suave dijo: - Niños, soy vuestra mamá, ¿podéis abrirme la puerta? No convencidos de que era su madre, los cabritillos le dijeron: - Si eres nuestra madre, entonces enséñanos vuestra pata. El lobo no dudó en enseñarles su pata negra y peluda por debajo de la puerta. Y los cabritillos dijeron: - NOOOO... tu no eres nuestra madre. Eres el lobo!!! Contrariado, el lobo se dirigió a la casa de un molinero y le pidió un saco de harina. Metió una patita en la harina para que se la blanqueara y se fue otra vez a la casa de los cabritillos: TOC TOC TOC... Y les dijo: - Niños, soy vuestra mamá y os traigo comidita muy exquisita del pueblo. ¡Abrid la puerta! Los cabritillos volvieron a decirle: - Si eres nuestra madre, entonces enséñanos tu pata. El lobo enseñó su pata bien rebozada en harina por debajo de la puerta y los cabritillos dijeron: - ¡Esta vez sí que eres mamá! Y abrieron la puerta. El lobo entró rápidamente en la casa y empezó a correr para alcanzar a los cabritillos. Los cabritillos salieron corriendo y se escondieron cada uno en un sitio distinto. En este momento, pasaba por allí un cazador que, oyendo todo el ruido de voces, entró en la casa y estaba a punto de matar el lobo cuando el animal salió corriendo asustado y con miedo, rogando al cazador que no le matara y jurando que jamás volvería por aquellos lados. Al cabo de un rato llegó la mamá cabra y se encontró la puerta abierta y la casa vacía. - Ay, ¡mis hijitos! Seguro que a todos se los ha llevado el lobo. Fue entonces cuando todos los cabritillos, uno a uno, fueron saliendo de su escondrijo, para la alegría de la mamá cabra. El cazador le explicó todo lo que había ocurrido. Y entonces, como agradecimiento al cazador, la mamá cabra y sus cabritillos prepararon una gran fiesta donde pudieron comer la rica comidita que había comprado la mamá cabra en el mercado del pueblo.
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