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El viernes 12 de julio, 2019 hubo un llamado para llevar a cabo vigilias de Luces por la Libertad. Miles de ciudadanos y no ciudadanos de Estados Unidos se reunieron para protestar los campos de concentración que hoy en día son los centros de detención de inmigrantes. Aunque Mike Pence, vicepresidente del país, después de visitar el mejor de los centros de detención reportó que: “era una lástima ver a tanta gente afectada pero que estaban bien atendidos”, esto es la versión opuesta de lo que varias personas han reportado acerca de estos centros. En los centros de detención, niños que han sido separados de sus padres viven en espacios abarrotados, durmiendo en el piso y cubiertos con mantas de aluminio. No hay juguetes o libros y tampoco hay cepillos de dientes, jabón o forma de lavar su ropa. Aunque se supone que deben de estar agrupados por edad, género y estatus familiar, la mayoría están separados en grupos de niñas de 17 años y menores y lo mismo para los grupos de niños. Incluso cuando ellos sean devueltos a sus padres, ¿cómo puede la sociedad responder al trauma causado a estos niños? Cada detenido, sin importar su edad o genero es retenido bajo las condiciones más horribles y deshumanizantes. Cuando la gente puede ser encarcelada por períodos indefinidos de tiempo, sin recurso legal disponible, ni forma alguna de protestar por su situación, podemos llamarlo un campo de concentración. Aquellos atrapados en estos lugares son en su mayoría peticionarios de asilo que no tienen donde ir. Sistemáticamente son considerados como delincuentes, aunque no han cometido una ofensa de esa categoría. Encima de todo, los niños han perdido el acceso a clases, actividades recreacionales y ayuda legal, ya que la administración Trump recortó tales servicios por ‘problemas presupuestales’. Campo de concentración no necesariamente es un campo de muerte como los de la era Nazi, pero de todas maneras son ilegales, inmorales e inhumanos. Los campos de detención para gente de origen japonés durante la guerra también fueron campos de concentración. En ese entonces nadie protestó pues fueron recogidos en forma tan rápida y abrupta que muchos no se dieron cuenta. En esta ocasión individuos, organizaciones e iglesias aquí y en el exterior se han dado cuenta de lo que está ocurriendo y han levantado sus voces para detenerlo. Miles de personas se reunieron en varios lugares, no solo para protestar sino para pararse en solidaridad al lado de los que sufren. Además, esta vez, varios inmigrantes valientes, que en la actualidad tienen o no documentos legales, dieron su testimonio en público. Ellos pudieron contar del tiempo cuando pasaron por una detención o de como su padre o madre han sido detenidos o deportados. Hablaron también de lo que se siente al vivir amenazado cada día, al ir a trabajar o estudiar o cuando tienen que conducir, sin saber cuando cualquier detalle menor los llevará a la cárcel y después a un centro de detención. Hubo miles protestando el sábado, pero muchos más faltaron. Cuando la gente no habla y demuestra su posición ante los hechos como el de la forma en que operan ahora los centros de detención, están siendo parte de las fuerzas que mantienen a otros viviendo en tal situación. Este es un asunto humanitario pero a la vez es un asunto político, ya que la gente de USA siempre ha tomado su lugar por la justicia y la compasión. Si como beneficiarios de las leyes que rigen este país no tenemos forma de detener esta pesadilla, entonces estamos declarando que estamos de acuerdo con lo que sucede. Ojalá que nuestros hijos y nietos no tengan que pagar las consecuencias de nuestra acción o falta de ella. Esperemos que podamos ver en las caras de cada niño, mujer u hombre detenido, la cara de nuestro hermano, hermana, madre, padre o nuestros propios hijos. Lo que deseemos para ellos, debe ser la medida para cada ser humano.
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