Editorial

Septiembre 17, 2019

Por Zulma Prieto

Los problemas deben enfocarse en una forma sensata. Si uno no está listo para analizar una situación, debe ver los posibles resultados de las decisiones que se tomen y tener la voluntad de hacer cambios verdaderos que produzcan efectos totalmente diferentes. Entonces debe saber que tendrá que enfrentar el mismo asunto hasta que se llegue a una solución.

En la actualidad, la escena política está llena de pantallas de humo en más de un país. La escala bélica es una de las muchas cosas que se deben oponer, la migración masiva debida a la guerra, los cambios climáticos y la violencia en general son algunos de los asuntos urgentes alrededor del mundo. También lo es la pesadilla de inmoralidad que aparece en toda suerte de transacciones, lo cual nos lleva a creer que lo que necesitamos es un sistema completamente diferente al actual.

Este próximo 20 de septiembre, 2019 los pueblos se están uniendo en un paro masivo demandando acción climática.

¿Quién está dirigiendo este esfuerzo? No son los líderes mundiales, ni los líderes de negocios, ni los políticos en cualquier lugar. Por el contrario, son las voces levantadas de mucha gente joven, demandando una oportunidad de conocer y de vivir en un planeta limpio. Ellos están protestando contra toda clase de contaminación, desean agua limpia para beber, aire limpio para respirar y la posibilidad de comer alimentos no contaminados.

¿Podemos aplaudir sus esfuerzos, prometerles que las cosas van a cambiar pero que solo tienen que ser pacientes y seguir los canales apropiados, de manera que algunas soluciones vengan, tal vez en veinte años?

La gente joven quizá no tenga conocimiento de las discusiones anteriores sobre este asunto pero sí saben que necesitamos un cambio ahora, no en veinte o treinta años.

Desafortunadamente, no habrá cambio si no hallamos la pieza central del problema.

El mundo vive del petróleo. El petróleo está presente en todo lugar, no solo en la forma de combustible, sino además en la cantidad de plásticos presentes en la vida cotidiana, especialmente en los países desarrollados.

Los océanos están muriendo con los plásticos que están sofocando las especies marinas y viajan hasta nuestra mesa cuando consumimos pescado o comida de mar. Otras especies también están muriendo en el mar y en la tierra, ya sea por contaminación, falta de recursos o el uso indiscriminado de su hábitat.

El petróleo es la máquina energética que mueve el mundo a las guerras e involucra más y más países en la lucha. En su nombre muchos pueblos han sido invadidos o han tenido que huir de sus países.

Toda la maquinaria se ha puesto a funcionar para que el mundo sea como una unidad de producción que beneficie a los ricos, quienes acumulan más y más mientras que millones tienen que vivir con menos. Ellos nunca tendrán la oportunidad de salir de la pobreza porque las leyes han sido escritas para favorecer a los poderosos y los ejércitos han sido armados para proteger sus intereses.

En el nombre de sus países, jóvenes han perdido la vida sin saber que estaban peleando por intereses monetarios que nada tenían que ver con el respeto, la dignidad o el amor a otros.

Greta Thunberg y sus amigos en todo el mundo nos están pidiendo que tomemos parte este próximo viernes 20 de septiembre y profesores, organizadores e incluso algunos políticos están respondiendo a su llamado.
Este es un primer paso hacia reconocer el problema, es la gente común diciendo “¡ya basta!” a las grandes corporaciones y a los gobiernos que las apoyan.

Es un llamado por la humanidad. Jóvenes o viejos, tenemos solo Una tierra y tenemos que cuidarla para que ella cuide de nosotros.